Fragmentos de la obra

                                   


                       1º Fragmento




BERNARDA: ¡Silencio!.

CRIADA: ¡Bernarda!  
BERNARDA: Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo esto estuviera más limpio para recibir el duelo. Vete. No es éste tu lugar. (La criada se va sollozando). Los pobres son como los animales. Parece como si estuvieran hechos de otras sustancias.  
MUJER PRIMERA: Los pobres también sienten sus penas.

BERNARDA: Pero las olvidan delante de un plato de garbanzos.

MUCHACHA : Comer es necesario para vivir.


BERNARDA: A tu edad no se habla delante de las personas mayores.

MUJER PRIMERA: Niña, cállate.
BERNARDA: No he dejado que nadie me dé lecciones. Sentarse (Se sientan. Pausa. Fuerte). Magdalena, no llores. Si quieres llorar te metes debajo de la cama. ¿Me has oído?

                       2º Fragmento




ADELA: Ya no aguanto el horror de estos techos después de haber probado el sabor de su boca. Seré lo que él quiere que sea. Todo el pueblo contra mí, quemándome con sus dedos de lumbre, perseguida por los que dicen que son decentes, y me pondré delante de todos la corona de espinas que tienen las que son queridas de algún hombre casado.
MARTIRIO: ¡Calla!

ADELA: Sí, sí. (En voz baja). Vamos a dormir, vamos a dejar que se case con Angustias. Ya no me importa. Pero yo me iré a una casita sola donde él me verá cuando quiera, cuando le venga en gana. 

MARTIRIO: Eso no pasará mientras yo tenga una gota de sangre en el cuerpo.

ADELA: No a ti, que eres débil: a un caballo encabritado soy capaz de poner de rodillas con la fuerza de mi dolor meñique.
MARTIRIO: No levantes esa voz que me irrita. Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala que, sin quererlo yo, a mí misma me ahoga.
ADELA: Nos enseñan a querer a las hermanas. Dios me ha debido dejar sola, en medio de la oscuridad, pero te veo como si no te hubiera visto nunca.
(Se oye un silbido y Adela corre a la puerta, pero Martirio se le pone delante).
MARTIRIO: ¿Dónde vas?
ADELA: ¡Quítate de la puerta!
MARTIRIO: ¡Pasa si puedes!

ADELA: ¡Aparta! (Lucha).
MARTIRIO: (A voces): ¡Madre, madre!
ADELA: ¡Déjame!
(Aparece Bernarda. Sale en enaguas con un mantón negro).
MARTIRIO: (Señalando a Adela). ¡Estaba con él! ¡Mira esas enaguas llenas de paja de trigo!
BERNARDA: ¡Esa es la cama de las mal nacidas! (Se dirige furiosa hacia Adela).

ADELA: (Haciéndole frente). ¡Aquí se acabaron las voces de presidio! (Adela arrebata un bastón a su madre y lo parte en dos). Esto hago yo con la vara de la dominadora. No dé usted un paso más. ¡En mí no manda nadie más que Pepe

                 3º Fragmento

 Adela se rebela y reclama su derecho a ser la mujer de Pepe el Romano. Bernarda dispara contra él y dice que lo ha matado a pesar de haber errado su tiro. Adela, desesperada, sale corriendo y se encierra dispuesta a quitarse la vida.
Bernarda: (En voz baja como un rugido.) ¡Abre, porque echaré abajo la puerta! (Pausa. Todo queda en silencio.) ¡Adela! (Se retira de la puerta.) ¡Trae un martillo! (La Poncia da un empujón y entra. Al entrar da un grito y sale.) ¿Qué?
La Poncia: (Se lleva las manos al cuello.) ¡Nunca tengamos ese fin!(Las hermanas se echan hacia atrás. La Criada se santigua. Bernarda da un grito y avanza.)
La Poncia: ¡No entres!
Bernarda: No. ¡Yo no! Pepe, tú irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero otro día caerás. ¡Descolgarla! ¡Mi hija ha muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla como una doncella. ¡Nadie diga nada! Ella ha muerto virgen. Avisad que al amanecer den dos clamores de campanas.
Martirio: Dichosa ella mil veces que lo pudo tener.
Bernarda: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija) ¡Las lágrimas cuando estés sola! Nos hundiremos todas en un mar de luto. Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!


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